UNA LUZ AL FINAL DEL CAMINO
Durante los últimos tiempos, las velas han sido un producto de alta demanda. Ya no son solo para eventos especiales, ni para personas mayores; sino que se convirtieron en un elemento esencial en los hogares de todas las personas: jóvenes, y adultos, hombres y mujeres, católicos o de cualquier creencia espiritual… Y es que encender una luz con propósito e intención, será siempre un bálsamo para el alma, un momento de paz, un regalo que calma nuestro cuerpo y mente, sobre todo en tiempos como los que vivimos actualmente, donde existe tanto dolor y sufrimiento a nuestro alrededor.
Abrumarnos con información que va y viene por todos lados acerca de la pandemia, COVID-19, Coronavirus o como lo nombremos, es algo que, sin duda, nos viene afectando desde hace más de un año. Han sido días y meses difíciles para todos, sobre todo, para aquellos que han perdido a seres queridos a raíz de esta lamentable situación, para aquellos que luchan incansablemente en una UCI, para aquellos que sufren las secuelas de un virus que no discrimina.
Pero como siempre existe una luz al final del camino, debemos confiar en que todo estará bien, todo pasará y nos quedarán miles de historias por contar, aprendizajes por compartir y personas por abrazar.
Cada que sientas que no puedes más, enciende una vela, cierra tus ojos y entrégale tus miedos, dolores, preocupaciones… Descarga todo el peso que llevas en tus hombros, llora si lo necesitas, pide por aquellas personas que están viviendo en carne propia este virus, ruega por la salud de tu familia y del mundo… Ahora, abre tus ojos y agradece por ese momento que acabas de vivir junto a esa luz que encendiste y tiene el mágico poder de abrazar el alma, armonizar tu interior y darle paz a tu vida.
Este es el momento perfecto para confiar, amar, sonreír, vivir y disfrutar al máximo de esas personas que están a tu lado, exprésales todo lo bonito que sientes por ellas y date el privilegio de encender una vela cargada de fe y esperanza.